miércoles, 8 de agosto de 2012

Tendemos a juzgar a las personas por las apariencias,


Tendemos a juzgar a las personas por las apariencias, sin pensar que todo tiene un significado más profundo. Cada situación adversa contiene una bendición escondida.

El trabajo que necesitamos hacer es cuestionar las impresiones sensoriales, practicar el escuchar más nuestra conciencia y seguir lo que nos indica nuestra sabiduría interna.

Los sentimientos y emociones pueden fluctuar enormemente, pero la sabiduría interna no fluctúa. Tenemos que seguir refinando nuestras facultades perceptivas para poder ver detrás de la apariencia de la percepción sensorial.

Para ello tenemos que practicar la paciencia, evitar las reacciones precipitadas y explorar y descubrir los beneficios que se esconden en cada situación o relación.

La actitud y el comportamiento de la persona con la que tratamos puede suponer un desafío, pero con paciencia y observación podremos descubrir cómo nos enriquece esta relación.


Siempre que señalamos a alguien con el dedo, hay tres dedos señalándonos a nosotros. Cuando criticamos a alguien y le señalamos con un dedo, los otros tres dedos señalándonos a nosotros son un indicativo de que los errores que vemos también están en nosotros.

En general, no vemos nuestros propios defectos. Cuando tomamos conciencia de esos tres dedos que nos señalan, podemos reconocer el trabajo personal e interno que se requiere. Necesitamos desapegarnos de las actividades de los demás, y evitar los juicios
descalificadotes.

Una actitud práctica es darle mentalmente pleno permiso a la otra persona para ser exactamente como es.

Esto rompe el hábito de atraparse en el comportamiento de otros y sentirse obligado a corregirles. Nos damos cuenta de que no tenemos jurisdicción sobre nadie, exceptuando nosotros mismos.

Aquellos que nos insultan son nuestros verdaderos
amigos.

Es lo opuesto a lo que instintivamente pensaríamos.

Con esta estrategia revertimos nuestras reacciones instintivas del ego frente a la crítica y nuestro deseo de sólo escuchar adulación y halagos.

Esta técnica cortocircuita nuestra reacción defensiva del ego. Si lo que se nos dice es falso, nos hace mantenernos firmes en nuestro auto-respeto y en nuestra dignidad. Si lo que se nos dice es verdad, nos beneficiamos mucho al aceptar palabras directas y honestas, en lugar de rechazarlas arrogantemente como si se tratara de insultos.

Un verdadero amigo es alguien que nos beneficia. Si una verdad
magulla o daña el falso ego, eso es útil, ya que nuestra meta es
liberarnos del falso orgullo y permanecer estables en un estado
de auto-respeto verdadero.

2 comentarios:

  1. Esos tres dedos tan significativos...
    Mental...
    Emocional...
    Actitud física...
    Cuidemos, valoremos lo esencial...


    Un abrazo.

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  2. Me parece que has llegado hasta la médula del problema, Janet.
    Desde pequeños nos enseñas tácitamente que todos aquellos que no son iguales a nosotros no son dignos de compartir nuestras vidas ni nuestros sentimientos.
    Creo que ayudaría mucho que los niños desde muy temprano fueran enseñados por personas con desfiguraciónes físicas.
    Un saludo desde una Copenhague donde a la estatua de la Sirenita le han cortado la cabeza.

    Ian.

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