La investigación, el verdadero estudio, la interiorización de todo lo válido que aprendemos, es lo que nos permite llegar a la sabiduría.
Y si no alcanzamos la plena sabiduría, al menos logramos una mente ágil y capaz de discernir, una gran lucidez y unos conocimientos sólidamente afirmados.
No es una actitud de curiosidad intelectual ni una acumulación de conocimientos que no llegan a aplicarse jamás en la vida. La investigación es una penetración profunda de nuestras facultades mentales e intuitivas, en una doble vertiente: hacia el interior del hombre (para conocer sus potencialidades latentes) y hacia nuestro mundo (para conocer sus leyes aún inexploradas).
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